Ha dejado de llover en majenta; el cielo se tiñe en gris, se ha puesto a tono con los humores. Varios cigarrillos podridos le hacen compañia a los fantasmas que dormitan debajo de mi cama, porque debes saber que hay fantasmas que no me dejan dormir, se cuelan en mis sueños, se postran en las ideas, las manejan a su antojo, y yo; yo solo espero poder despertar; para sentirme libre; libre de la fantasía que devora mi deschavetado sentido común; que por cierto, ese es un traicionero, puesto que deja de funcionar cuando el sentimiento se deja seducir por la escandalosa emoción. Quizás deba adquirir un semáforo para controlar el trafico entre emociones, sentimientos y sentido común. Ya que muy frecuentemente chocan entre sí. Mientras tanto el insomnio me prepara un café, para comenzar el dialogo imprudente con los fantasmas insolentes que roban la pobre prudencia que acompaña a mis ideas, para convertirlas en vagas, a fin de terminar embarradas en escritos como estos.
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